jueves, 18 de febrero de 2010

Una perpetua fuga

"Sueños hormigón armado" (2009) - Alberto García-Alix
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Ayer por hoy. Hoy por mañana.
Un laberinto de días encadenados a una pulsión: dejarse ver.
Son fragmentos recortados de una cadencia. Instantes de color humo. Lo que miro tiembla.
Mirar como cuestión de fe. Ver para creer.
Creación. He retorcido el fondo. Deformado su respiración. Aquietado el grito.
¿Ven esta bombilla desnuda al palo que la sujeta? Bajo su luz la recordé a ella. La odié. No pude evitarlo. Yo que profané su amor, no pude evitarlo
Sepulté mi delito en esta nada donde el cansancio reina sobre mil horas perdidas.
Delito visible sobre un tiempo muerto.
Visible paisaje sentimental. Espacio infinito y cerrado para recrear la ausencia. Mundo metáfora de sí mismo.
Ruidos. Resonancias. Distorsión. Abstracción de sueños.
Purgatorios mutilados por cien mil cables. Masas oscuras persiguiéndose. Almas de cemento. Sangre de circo.
Fotografiar exige un paso al frente. Posicionarse frente a lo que se mira. También mirarse.
Me estoy volviendo loco.
Soy un fugitivo que camina escondido en el presente.
Un fugitivo que gira alrededor de su propia presencia.
Un horizonte falso. Un bosque en ruinas. Una ciudad de estaño. Un silencio iluminado que nunca desvelará su secreto.
He visto a un hombre reclamar al cielo el precio de su destino y echar cuentas en su carne. Uno por uno, dos. Dos por uno, tres. Una cuenta de multiplicar con un resultado erróneo.
He visto...
Miro el tiempo llegar e irse. Los recuerdos son de cera y de papel la memoria.
Una perpetua fuga. Me muevo y una vez más lo imprevisto surge a la vista. A la vida.
Me he convertido en un inventor de realidades.
La imagen es el espejo.
La imagen es también, recipiente de cenizas.
Con ella está escrito el sentido fatal de la mirada.
He aquí la eterna muerte. Su lógica hiere.
Necesito manipular mis sentidos y anestesiarlos frente a esa idea que late en todo.
Todo es visible si es materia. Volumen. Presencia...
Necesito mirar para sentirme vivo.
Mirar para atrapar la vida.
"No se ama lo que se ve, sino que se ve lo que se ama"...
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Una perpetua fuga - Alberto García-Alix

martes, 9 de febrero de 2010

En una noche oscura


"En una noche oscura",
en una oscura noche,
cuando tus ojos se acostumbran
al silencio y miran con firmeza
las dudas que nos crecen bajo esta "casa
sosegada".
"En una noche oscura",
in a dark night,
"when the music is over",
tu corazón tiene suicidas que nunca mueren
en la palabra invierno,
recuerdos en cuarentena buscando
la ceniza de otro cuerpo vencido...
"En una noche oscura",
donde sólo el deseo nos acoge tímidamente
como a dos desconocidos que buscan compañía
en el tacto de una mirada...
las calles tienen, de pronto,
el rastro de nuestros peores abrazos,
la soledad puntual de las tiendas y la nostalgia
que frecuentas a diario,
pétalos de asfalto,
horas que nadie ocupa por temor a la rutina o
la resaca
mientras pronuncias una despedida más
a este lado de la vida y el insomnio.
"A oscuras y segura",
por las sábanas que nos han visto crecer y
odiarnos a media mañana,
vuelves a los sitios del pasado para recuperar
el nombre de una ciudad distinara a ésta, dos canciones,
el otoño de los tendidos eléctricos,
postales de unos abrazos que siempre resistieron
el atardecer con la dignidad de quién buscó
su propio destino...
es entonces cuando tu cuerpo se detiene,
firmemente,
quizás para ocultar otro secreto, la verdad
de los labios que supieron reunirse al final
del verano y las carreteras secundarias,
"Sin otra luz y guía"
que tus lunes y mis ojeras,
o el sabor de los besos que sólo la nicotina
consigue unir, vuelves a las noches de motel
con un número impar en la habitación de tus abrazos,
buscando los kilómetros recorridos en dirección contraria,
cunetas al otro lado de la almohada
donde nos mentíamos y quríamos morir
"en una noche oscura".

- Miguel Velayos -
Diálogos con Juan de la Cruz, 2001.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Punk experience


A través de la ventana los últimos retazos de vida del día se escapan a medida que la lluvia cae sobre la calle. Dentro de la casa, la trompeta de Miles enmaraña el paso del tiempo en el espacio dónde la realidad, ajena al ruido de los coches que invaden la avenida, se confunde poco a poco con la ficción. Martín, tumbado sobre el sofá desde hace horas, dibuja habitaciones de silencio alejadas del sonido de la vida que esta tarde de viernes intenta respirar al otro lado de la ventana. Habitaciones de silencio alejadas de la música, de la trompeta asordinada de Miles y muy lejos del teléfono que incesantemente no deja de sonar.

No aguanto más. No aguanto más. No aguanto más.

El invierno lentamente ha ido dinamitando cada esquinazo de la habitación, llenando de frío y humedad cada resquicio de la casa. Una casa que aparece esta tarde de Enero vacía, deshabitada. Ocupada únicamente por un sofá de felpa verde desgastado por el paso de los años y que alguien se encargó de subir del contenedor más cercano, una vieja nevera cuyo motor martillea el silencio de cada noche y un antigüo radiocasette, dónde el rayado CD de Kind of Blue da vueltas una vez tras otra, como si el tiempo se hubiese detenido en aquel rincón de la gran ciudad. El resto de la estancia, frío y desvencijado permanece vacío entre unas paredes dónde el papel y la pintura piden auxilio desde hace ya mucho tiempo. Vacío. El resto de la casa permanece vacío. Salvo el cuerpo de Martín, arrojado sobre el viejo sofá verde, ajeno al frío reinante y al sonido del teléfono que una vez tras otra golpea con su sonido el eco de toda la casa.