viernes, 6 de julio de 2007

Matías (ó El Viejo y el Mar)


El Peine de Los Vientos
Eduardo Chillida, 1973

Al ritmo del viento de Levante
se van entrelazando melodías,
y Matías, sentado, deshojando margaritas.

La paz de estar en casa,
la noche de San Juan,
el suave murmullo de un fado le arrulla
y le balancea como las olas del mar
en la playa desierta al atardecer.

Matías,
buscador de sueños,
exiliado de monotonías y rutinas,
Matías,
siempre viajando a favor de sentimientos,
Matías,
siempre huyendo de los días de cuaresma.


Su viejo cuerpo desnudo frente a la orilla
oculto por la noche,
espejo de la nostalgia frente al mar,
equipaje de recuerdos y alegrías.

Ya no hay marcha atrás.

El viejo comienza a caminar
hacia el oscuro horizonte,
hacia la blanca silueta de la espuma de las olas.
Sus pies descalzos dejan huella en la arena
antes de que el agua cubra sus tobillos.

Después,
sólo el frío del agua al roce con su cuerpo,
y una lágrima recorriendo su rostro.

Ya no se detiene.

En la noche el mar y el viejo se confunden.

El viejo y el mar de la tranquilidad.

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