sábado, 3 de febrero de 2007

Corazones negros

(Foto: El Periódico)

En hilera frente a la pared, jóvenes vascos de Jarrai, detenidos en una manifestación a favor de la legalización de Segi, esperan a ser identificados por miembros de la Ertzaintza.

Frente a la pared se colocan sus sueños e ilusiones negras. Sus oscuros ideales que creen que pueden justificar el celebrar cada asesinato de quienes a sus ojos no son personas sencillas e inocentes, sus ideas que creen avalar el vivir instaurando el miedo entre sus vecinos y gentes que les han conocido desde niños. Frente a la pared descansan sus corazones negros que en breve les convertirán en asesinos.

Dos de ellos se cruzan una mirada y una sonrisa. “Tranquila cariño, nada malo nos podrá ocurrir teniéndonos el uno al otro”.

Cuando todo pase, se marcharán para su casa cogidos de la mano, felices por estar juntos, y harán el amor, y soñarán felices por tener a su lado a la persona más maravillosa.

Al día siguiente, caminarán felices a sus trabajos, viendo el mundo como sólo lo ven dos enamorados.

Y volverán una noche a quemar un cajero y a huir juntos, y volverán a celebrar un asesinato sin sentido, y continuarán queriéndose con sus corazones negros.

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